viernes, 13 de febrero de 2009

Ansiedad: la Gran Epidemia del siglo XXI


La ansiedad es la gran incomprendida. Si uno dice que tiene “depresión” la reacción típica y tópica (que no por ello la más adecuada) es pensar: “pobre, pensemos qué se puede hacer para animarle”, sin embargo cuando alguien dice que padece ansiedad, no es extraño que se encuentre con respuestas del tipo:” todos tenemos problemas, yo también estoy nervioso”.
Y es que quien no la ha llegado a padecer, en primera persona o la ha vivido por alguien cercano, no siempre comprende el alcance del problema.

¿Estrés o ansiedad?
El término estrés proviene de la física y la arquitectura y se refiere a la fuerza que se aplica a un objeto, que puede deformarlo o romperlo. En la Psicología, estrés suele hacer referencia a ciertos acontecimientos en los cuáles nos encontramos con situaciones que implican demandas fuertes para el individuo, que pueden agotar sus recursos de afrontamiento.
Cuando la demanda del ambiente (laboral, social, etc.) es excesiva frente a los recursos de afrontamiento que se poseen, se van a desarrollar una serie de reacciones adaptativas, de movilización de recursos, que implican activación fisiológica. Esta reacción de estrés incluye una serie de reacciones emocionales negativas (desagradables), de las cuáles las más importantes son: la ansiedad, la ira y la depresión.
No tenemos que olvidar que no siempre es malo un cierto nivel de ansiedad, de hecho el mayor rendimiento se obtiene con estados intermedios de activación, es decir: no estar ni excesivamente relajados ni excesivamente nerviosos.
La ansiedad no patológica es la fuerza que nos impulsa a actuar, tiene un sentido adaptativo. Si se tiene un examen o una entrevista de trabajo no es siempre conveniente recurrir a la valeriana por sistema.

En las sociedades primitivas en las que el hombre se enfrentaba continuamente a situaciones que ponían en peligro su existencia, el estrés garantizaba que el organismo estaría preparado en todo momento para reaccionar con rapidez y salvar la vida, proporcionaba la energía necesaria para sobrevivir.

¿Qué ocurre hoy en día?
Según datos de la Organización Mundial de la Salud, 450 millones de personas en todo el mundo padecen algún tipo de trastorno mental. Los trastornos de ansiedad son considerados en la actualidad como el trastorno mental más común en el mundo. En algún momento de sus vidas se prevé que cerca del 25% de la población experimentará algún tipo de trastorno de ansiedad.
Debido a la falta de información generalizada, tanto entre la población general como entre los propios profesionales médicos, menos del 30% del total de los pacientes afectados buscan tratamiento por parte de profesionales especializados.
Según una encuesta elaborada por la OCU (Organización de Consumidores y Usuarios) el estrés ha afectado al 84% de los españoles en algún momento de su vida. Las causas que más estrés provocan son los problemas laborales (para el 66%) y familiares(50%)
20.000 millones de euros al año es lo que cuesta a la Unión Europea el estrés relacionado con el trabajo, según datos de la Agencia Europea para la Seguridad y la Salud en el Trabajo.

¿Cómo se explica que el incremento del bienestar material venga acompañado de un incremento en la incidencia de la ansiedad?
La fragilidad de las relaciones personales, el ritmo de vida, horas extras en el trabajo, la incorporación de la mujer al mundo laboral (asumiendo el doble papel ama de casa/ trabajadora), ocuparse de la casa, los niños, pagar las facturas, la necesidad de “llegar a todo”, la competitividad, los problemas económicos, la incertidumbre laboral... y no olvidemos el agravante de la actual crisis internacional.

Llega una etapa, que suele empezar a partir de la treintena, en la que que trastorna tanto el exceso de responsabilidades como el no tenerlas. De hecho, el estrés es la principal causa de depresión a partir de esta edad. La ansiedad en su sentido más popular conlleva la idea de una preocupación excesiva por el futuro, cercana al miedo, que puede hasta paralizar y bloquear a la persona.
La inseguridad y el miedo dominan los pensamientos en un círculo vicioso del que no sabemos salir. Lo cierto es que vivimos en un mundo de contradicciones: el llamado «estado del bienestar» que cubre muchas necesidades sociales básicas, desde la asistencia sanitaria hasta la jubilación, pasando por subsidios de invalidez, paro, etc. Se trata de un gran avance y debemos aplaudir los esfuerzos de los gobiernos por proteger, en especial, a los más débiles. Pero debería prestarse más atención a la psicoeducación.

Hasta los niños sufren sus consecuencias. Una de las terapias alternativas que mostró eficacia es la risoterapia, que no es otra cosa que reír y reír para desarmar los bloqueos emocionales y derrotar el estrés, la falta de autoestima y las inseguridades.
Uno de cada cuatro escolares entre 7 y 17 años tiene baja autoestima y reconoce sufrir síntomas de estrés postraumático, ansiedad y depresión, según una encuesta realizada a 25.000 estudiantes. Esta encuesta indica que el 28% de los niños reconocen que suelen estar intranquilos todo el tiempo, que tienen una sensación de miedo sin conocer el motivo y que les sudan las manos sin saber por qué, mientras que el 29% dice que le cuesta recordar y el 25% que siente nervios, ansiedad y angustia en estas circunstancias.
En relación a la autoestima, el 38% de los encuestados asegura que no tiene mucho de qué presumir, el 32% reconoce que a veces piensa que es malo y que no tiene remedio, al 28% no le gusta su forma de ser, el 23% dice que si volviera a nacer le gustaría ser diferente y el 20% cree que es más débil que los demás.

La ansiedad afecta al plano físico, al plano cognitivo y al plano conductual. Los síntomas más comunes de esta condición son taquicardias, sensación de ahogo, sensación de perdida del conocimiento, transpiración, rigidez muscular, debilidad muscular, insomnio, inquietud motora, dificultades para la comunicación, pensamientos negativos y obsesivos, sensación de fatiga física y mental, irritabilidad, trastornos del sueño, etc.
El círculo vicioso de la ansiedad se rompe trabajando en las siguientes direcciones:

* Psicoeducación: explicaciones acerca de la naturaleza de la ansiedad.

* Técnicas de respiración y relajación.

* Técnicas de reestructuración cognitiva (cambio de pensamientos).

* Técnicas de exposición en imaginación y en vivo de situaciones estresantes.

* Cambios en la alimentación; por ejemplo, eliminación gradual del café, chocolate, azúcar, tabaco y alcohol. Algunos pacientes reportan reducciones considerables en su ansiedad solo tomando estas medidas.

* En casos muy severos talvez sea necesario utilizar fármacos durante el transcurso de la psicoterapia. Si la psicoterapia da los resultados esperados, los fármacos se podrían suspender. Lo más recomendable es seguir varias formas de tratamiento simultáneamente.
La angustia favorece manifestaciones físicas psicofuncionales, que a la larga pueden ocasionar enfermedades psicosomáticas que es una persona que sufre somatizaciones cuando presenta uno o más síntomas físicos y tras haberse sometido a un examen médico, éstos síntomas no pueden ser diagnosticados como enfermedad. Diversos estudios demuestran que la tradicional división entre enfermedades psiquiátricas, por un lado, y enfermedades somáticas, por otro, ya no tiene sentido en la actualidad.
En la medicina china, los psíquico y orgánico constituyen una unidad, cada órgano del cuerpo (hígado, bazo, páncreas, riñones, corazón y pulmones) no sólo tienen una función psíquica llamada “alma vegetativa”.Un reequilibrio energético por medio de la acupuntura que permite al paciente volverse menos vulnerable a las tensiones externas y hacer frente a la situación del momento con menos aprensión. El masaje de los puntos de energía específicos contribuye a calmar la crisis de ansiedad y de angustia en los momentos difíciles de la vida cotidiana, siempre realizados por un profesional que te enseñe a realizarlos a tí mismo, para que cuando tengas esa necesidad, ese estado de angustia y ansiedad enseguida masajearte esas zonas y volver a la calma.

¿Por dónde debemos empezar si sospechamos que estamos padeciendo ansiedad?
- Preguntarnos su origen, qué la causa.
- Cuidar la alimentación. Tabaco, café y alcohol potencian el estrés.
- Actividad física.
- Cambiar creencias erróneas.
- Aprender técnicas de relajación.
- Gestionar el uso del tiempo de manera inteligente: priorizar.
- Intentar dormir un mínimo de horas.
- Reservar tiempo para uno mismo, bien sea para salir a cenar, al cine, ver una peli tranquilamente en casa o leer un libro.
- Mantener el sentido del humor.
- Buscar asistencia profesional cuando vemos que la situación nos supera. Perder el miedo a acudir a psicólogos y psiquiatras.
- Aprender a expresar emociones: es más fácil alcanzar la felicidad si fomentamos nuestras relaciones con los demás y hablamos. Si ponemos en palabras esas experiencias negativas, es decir, si hablamos con alguien de nuestro dolor, lo estamos pasando a la memoria verbal, de escasa capacidad para el recuerdo. Esto nos ayuda en parte a eliminar la carga emocional del recuerdo, haciéndolo menos doloroso.
Quizá al dicho "No dejes para mañana lo que puedas hacer hoy" deberíamos añadir: "y si no lo puedes hacer hoy, déjalo para mañana y no te agobies".

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